Todo estaba encharcado y olía mal. El baño, la cocina y el patio interior. El desagüe no consiguió soportar tanto vecino incivilizado. Afuera, todos corrían buscando techo, pues aquella lluvia no era normal. Yo miraba continuamente por mi ventana. Quizás esperaba que saliera el sol o reunir las ganas suficientes para salir a chapotear los charcos como cuando era pequeño. ¿Oviedo en Diciembre?
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