Decía anteriormente cuando hablé de un fatídico día que todo terminó de completarse cuando fui a ver a mi médica y me dijo que si podía evitar comer chocolate en cualquiera de sus formatos mucho mejor para mi delicado estómago (mi paladar está reuniendo unos colegas con bate de béisbol para ir a hablarle de delicadez al estómago). Sin embargo las razones de esta recomendación no son la causa de esta entrada. En la sala de espera de mi centro de salud habitual había una mujer llamada Fermina que aquella mañana había terminado pronto de hacer sus quehaceres cotidianos. Como había terminado pronto esos quehaceres cotidianos y tenía turno en la consulta del médico pensó algo así como:
-"Me voy ya para el médico y así si alguien falla entro antes".
Eran las 10:45 am y Fermina tenía turno a las 13:18 de la tarde. Más de dos horas y media después.
Todo esto conllevó que Fermina estuviera ansiosa ante la posibilidad de que de repente todo el mundo fallara esa mañana en el médico y poder ella haber despachado la mañana antes de las 11:00 am. Es decir, que con una media de diez pacientes cada hora (seis minutos para cada paciente) antes de Fermina tenían turno cogido cerca de veinticinco pacientes. Veinticinco pacientes que tenían que fallar para que la buena de Fermina hubiera despachado todos los recados a la bendita hora de las 11:00 am. Desgraciadamente nada de eso ocurrió. Muy al contrario, no solo acudieron casi todos los pacientes (alguno si falló) sino que además la mañana en la consulta médica transcurrió con su retraso de treinta minutos de rigor La pobre Fermina en un intento inútil por terminar pronto su mañana mantenía este diálogo con todos los pacientes que arribaban a la sala de espera:
Fermina: -¿Tú vienes de urgencia?
Paciente: -No, no. Yo tengo turno.
Fermina: -¿Seguro? Mira que a mi me toca ahora.
Paciente: -Sí. Mire. Aquí estoy: Menganito Fulánez.
Fermina: -No sé, no sé. Hay mucho listo hoy en día. Una no se puede fiar.
Paciente: -Señora , ¿cómo se llama usted?
Fermina: -Fermina, como mi madre.
Paciente: -Pero...¡Si usted está la penúltima de la lista!
o este otro:
Fermina: -¿Tú vienes de urgencia?
Paciente 2: -No. Voy detrás de ese señor.
Fermina: ¿Cómo detrás de ese señor? ¡Si acabas de llegar!
Paciente 2: -Ya. Pero tengo turno desde hace una semana.
Fermina: No, si al final saldré de aquí casi a las dos de la tarde.
Paciente 2: Usted, señora, va después de esa mujer.
Fermina: -¿Detrás de la mora? ¿Pero a esos les dan turno?
Podemos asegurar que Fermina llegó a su casa antes de las dos de la tarde. Exactamente a la una y cincuenta y tres. Su marido le pregunto donde leches había estado toda la mañana. A lo que Fermina no dudó en responder:
-"En él médico, que hay gente con mucho morro que siempre se te intenta colar".