Cuando una clase llega a quinto y último año de carrera surge la necesidad de hacer fiestas con las que recaudar fondos para el ansiado viaje (que yo no tendré) de fin de estudios. La clase de La chica que va de acá para allá se aplica en esta asignatura tanto como en las que componen la licenciatura y ha hecho unas cuantas fiestas a lo largo del curso con estos fines. Unas con mayor éxito y otras con menos claro. Pero siempre se han mostrado dispuestas a ofrecer un rato de fiesta y cerveza a cambio de un simbólico donativo para su causa.
Lo malo de ofrecer fiesta y cerveza es que se te pueda colar un donjuán en busca de su dosis privada de algo más que fiesta y cerveza. Un personaje acompañado siempre de su fiel escudero que sobrevuela el pub de turno acechando y descartando objetivos. Usando sutiles movimientos que envuelven y atrapan sin darte cuenta. Sin saber el porqué de tan extraña atracción.
Peor que eso es que se cuele un tipo que no tiene ni idea de ligar, con su amigo, otro friqui y se dediquen a una especie de cortejo de apareamiento indiscriminado hacía todas y cada una de las compañeras de clase La chica que va de acá para allá incluida ella. Un tipo que parecía el hermano feo del actor que interpreta a Scott Fitztgerald en Medianoche en París y que lo primero que tendría que aprender en el difícil arte de la seducción es saber a quien le tira los trastos. Porque yo soy pacífico y me río de la situación, pero otro puede soltarle una hostia y dejarlo tibio.
1 comentario:
Conste en el relato de la historia que el susodicho no cortejó a todas las hispánicas. Posiblemente yo sea demasiado monstruosa como para que me ronde un friki, o demasiado mosca...
"Porque yo soy pacífico y me río de la situación, pero otro puede soltarle una hostia y dejarlo tibio." Por favor Tallo, ¿dónde quedó tu honor? ¿Se lo comió tu perro?
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