Primavera: sol, piedra y arena. Arde Roma una vez más. Como tantas otras veces, aunque solo se recuerde uno de los incendios. Ciudad de reyes, cónsules, emperadores y Papas. Imperio sobre siete colinas. Roma siempre fue Roma. Donde se intercambiaba oro por sangre. Caótica, extensa, llena de gente; de vida. De visitantes. Desde hace dos mil quinientos años ha sido así. Siempre hubo intrigas, guerras y conspiraciones. Solo se perdió el esplendor; el lustre. Pero un día alguien se decidió a rescatar a Roma del olvido. Contrató a los mejores artistas que grababan su nombre sobre el mármol de Roma, puliéndolo. Hasta volverlo brillante. Hasta devolverle su honor.
Roma, capital del mundo.
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