El 'erasmus' es la gran evasión de nuestra época. Uniones fugaces o inesperadas, botellones interminables, trenes de madrugada después de una fiesta en no sé qué ciudad. Gente que dejó a su novia o a su novio. Gente a la que su novio, o su novia, le dejó al venir. Son complementos variables que forman esta especie de escapada al país de Nunca Jamás.
Para mí se acaba hoy esta evasión. Ya no más. Ya nunca más podré permitirme pensar demasiado en estos días porque siempre he tenido por lema mirar hacia delante porque me da miedo convertirme en una estatua de sal. No obstante sé que me traicionaré y también sé que la nostalgia volverá periódicamente para recordarme que este ha podido ser el curso más extraño y memorable de mi vida universitaria.
Para el recuerdo queda esa sensación de ir en bicicleta entre adoquines camino de quien sabe qué. Para el recuerdo quedan un montón de caras (caricaturizadas o no) con un montón de nombres, con un montón de ciudades y con un montón de historias. Para el recuerdo queda que la próxima vez que quiera evadirme tendré que buscar otro método, u otra ciudad. Pues a alguien le escuché que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver.
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