Hoy comienzan las clases. Voy a empezar quinto de carrera con sus asignaturas (y unas cuantas más de otros cursos, no vaya a ser que fuera poco) y este año me toca ponerme las pilas de verdad. Me he preparado dos Dura-Cell alcalinas más grandes que extintores Ya veréis, ya. Así que hasta Septiembre de 2012, probablemente, me halle sumergido en una guerra continua contra profesores armados de exámenes. Sin descanso. Que guay. Como mola. El acabose, oye.
A todo esto llevo meses (en realidad serían dos años, pero nadie se lo cree) pensando que haré después de la carrera. Y de repente a todos les da por preguntar: "¿Qué vas a hacer después?" Y yo para despistar cada vez respondo una cosa, tal que así:
Padre: ¿Qué vas a hacer después?
Yo: Un bocata de atún, que la mamá se ha olvidado de comprar chorizo pamplonés.
(La primera ha sido fácil)
Madre: Algo tendrás pensado para cuando termines ¿no?
Yo: Echarme una siestecita, que ya está bien, la verdad.
(Seguro de ti mismo, que no te vean nervioso)
Mirmana: ¿Y después, qué?
Yo: Podríamos ir al cine, me han dicho que esta promete mucho.
(¡Ja!, esa no se la esperaba)
La chica que va de acá para allá: Tendrás pensado que hacer ¿no? Porque yo no espero a nadie.
Yo: Sí, cariño. Tengo visto ya varios másteres y quiero ponerme a echar currículos como un loco a partir de Abril.
(Mierda...)
Yo, la verdad, esperaba tirarme al sofá haciéndome el muerto y pasar desapercibido...
El caso es qué si sé lo que no voy a ser. Al menos lo que no quiero ser y eso es historiador del arte. A ver si os creéis que me he pasado seis años estudiando Historia del Arte para acabar dando clase en Secundaria y Bachillerato. Vamos, ni de coña. No quiero ser profesor. Y tampoco puedo quiero ser investigador. Así que en estos tiempos de crisis y dificultades me toca reinventarme. Y ya sé lo que quiero hacer cuando termine la carrera:
Dibujar arco iris en el cielo de día y estrellas fugaces en el cielo de noche.
...
¿Cuela?
¿No?
Si ya decía yo que tenía que pensar algo mejor...