Me vais a permitir dos cosas.
La primera es la alusión del título a ese fragmento de los poemas odínicos
(según he leído en internet) que se cita un par de veces en la película ‘El
guerrero nº13’, que no pasará a la historia del cine pero es un notable
entretenimiento palomitero de sábado por la tarde. Para los pocos que no la
hayáis visto baste deciros que los protagonistas del filme recitan ese
fragmento siempre antes de entrar en batalla y en él describen como familiares
y antepasados fijan sus ojos en ellos, guerreros vikingos, y en si muestran la
valentía necesaria para ganarse el derecho a descansar eternamente en Valhalla
el paraíso heavy. Digo, el paraíso vikingo. La segunda concesión que quiero que
me permitáis es la de ponerme melancólico por (pen)última vez.
La
culpa no es del poema en cuestión. La culpa es de haberlo recordado estos días.
Estos días en los que estoy de humor alterable. Tan pronto eufórico como
enfadado. Tan pronto ilusionado como agobiado. De repente bien y enseguida mal.
“¿Te ha venido la menstruación?” Diréis algunos. No pero casi: estoy de
exámenes. Y el problema no es que sea un período más de exámenes. El problema
es que probablemente sea el último período de exámenes. Y no es que me
entristezca no asistir a más exámenes universitarios. Todo lo contrario. El
problema es que estoy deseando aprobarlos de una vez y hacer un corte de mangas
al salir del aula. Ha sido tanto mi empeño en esta deseo que llevo desde el 19
de julio (¡19 de Julio!) estudiando. A mi manera claro. Que es bastante
constante pero irregular al mismo tiempo. Todos los días, sí, pero con ese
desorden crónico que convive conmigo cuando La Chica Que Va de Acá Para Allá
anda lejos. Y lo que ocurre, creo yo,
es que nunca me había empeñado tanto en terminar algo y eso me produce hasta
taquicardias. Y hace que ande por el pasillo de mi casa como si viviera en el
siglo XIX y yo me acabara de enamorar de una muchacha socialmente inaccesible
para mí.
Así
que sí. Tengo ganas de aprobar y decir: “¡Universidad, que te den!”. Lo que
ocurre es que ese corte de mangas conlleva algo más. Y todo por el simple hecho
de no ser de Murcia. Y es ahora cuando describo mi melancolía. Yo vine a Murcia
en 2006 a enderezarme. A dejarme de hostias y convertirme en adulto. A no andar
trabado con asuntos de adolescentes cuando ya pasaba los veinte. A ponerme las
pilas y prepararme para el futuro. Y creo que lo he conseguido, medianamente
(fiel a mi estilo), pero eso ha significado recoger un bagaje por el camino que
incluyen seis años, mucha gente y situaciones de todos los colores. Vamos, que
me da pena, penita, pena, irme de Murcia. Me da pena porque La Chica Que Va
De Acá Para Allá se queda aquí y a mi
me gustaría quedarme con ella. Y aunque nos vayamos a ver en cada hueco libre
que tengamos y todo esto sea provisional, pues se hace duro no comer con ella
cada día y dormir juntos cada dos. Pena porque una vez más siento que cierro
una época mil veces contada. En la que he definido lo que soy. No lo que veis
vosotros, sino lo que soy yo. Lo que proyecto cuando me veo en el espejo. Llevo
todo el verano saliendo a correr por mi pueblo y es terriblemente pequeño. No
hay callejuelas. No hay bares. No hay bazares de chinos. Si hay kebabs, de eso
no me puedo quejar. Aunque apenas vaya a comer a ellos. Lo único divertido será
cuando salga a correr este invierno pasadas las once, con todo el pueblo
desierto, para mi. Recordando las mil y una veces que he andado por Murcia con
las calles recogidas.
No
obstante, prometo que será la (pen)última vez que hablaré de la nostalgia que
me produce dejar Murcia. Es el momento de prepararme para la batalla final.
El Guerrero nº13
3 comentarios:
¡Suerte con los exámenes!
Estoy tan seguro de que vas a aprobar, como de que Cristiano se queda en el Madrid...
Como ya te puedes imaginar por la entrada, he llegado hasta aquí desde notas de fútbol. Me gusta el blog posiblemente porque yo también tuve una chica que iba de acá para allá y 26 años. Los 26 se perdieron en el tiempo pero la chica sigue conmigo y llevamos mucho tiempo juntos yendo de acá para allá y de allá para acá.
Y no, no te equivoques, no será la (pen)última vez que escribas sobre la nostalgia de dejar algo atrás.
Lo harás muchas más veces. Afortunadamente...
Mucha suerte!
diegoaita
Vaya, diegoaita, estoy bastante sorprendido de ver a alguien llegado desde notas de fútbol. Me alegro de que te guste el blog. Ahora actualizo unas veces al mes, menos que antes, pero espero que lo sigas visitando. Esta es tu casa, por supuesto.
Un abrazo y nos vemos por notas de fútbol.
PD: Los exámenes han ido bien, gracias por tu apoyo.
Si. Para que nos vamos a engañar. Desde Notas de Fútbol es posible que algún despistado llegue hasta estas páginas, lo que no es tan seguro es que las lea...
Igual generalizo un poco pero el fútbol casa poco con la escritura. A veces...
Hay algunas cosas que escribes que me interesan. Funcionan bien y son "frescas". El nombre de "La chica que va de acá para allá" me recuerda, aunque no tenga nada que ver, a "Octavia de Cádiz" un personaje de una novela de Bryce Echenique titulada "La vida exagerada de Martín Romaña". Repito, no tiene nada que ver, ya que hace muchos años que leí la novela pero hay algo que soy incapaz de recordar que hace que me venga a la cabeza.
Por cierto, yo también tengo un par de blog. Uno de ellos lo acabo de empezar hace poco y va naturalmente sobre fútbol pero,(siempre hay un pero) sobre fútbol y... poesía, cine y cosas varias.
El enlace está en notas de fútbol.
También es tu casa.
Saludos y felicidades por aprobar.
Disfruta el verano de acá para allá...
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