martes, 11 de octubre de 2011

En guardia

Un día te levantas y decides que tienes que centrarte en tu carrera universitaria. Ya está bien de dibujar monigotes en los márgenes de los apuntes-por muy simpáticos que queden- y perder el tiempo con las musarañas, esas amigas de los madresmías y los no me lo explico. Así que en un intento palpable y de cara a la sociedad -esto es: tu madre, tu padre y tu chica que va de acá para allá- de demostrar que mi decisión de dar un vuelco en mis estudios universitarios iba en serio decidí arriesgar con una medida contundente: desapuntarme de esgrima. Que es como cuando un club echa a Juan Manuel Lillo (en el fútbol la frase: "Juan Manuel Lillo no se come el turrón" es similar a la de "No hay rival pequeño", un tópico muy cierto) para demostrar que va en serio con eso de no querer descender de Primera División la Liga BBVA (¡Adelante!)

Por poner en antecedentes contaré que mi relación con la esgrima siempre fue de la mano de mi relación con la universidad. Comencé a dar mis primeros marchares y romperes en la Universidad de Alicante (la UA, o ¡UÁ!) allá por el prehistórico 2003, cuando era un imberbe amoldado a su tiempo y no resultaba un ser anacrónico y jurásico entre tanto estudiante de grado. Para cuando abandoné la UA (¡UÁ!) ya llevaba más de un año sin hacer esgrima. Como se puede observar lo de desapuntarme de esgrima para dar un vuelco a mi vida universitaria es algo tan recurrente como lo de echar al entrenador (concretamente a Juan Manuel Lillo) de turno por los malos resultados del equipo. Aunque en aquella ocasión no sirvió de mucho.
Cuando llegué a Murcia aguanté tres meses (tres meses que estuve metido en un gimnasio sacando lustre a mis músculos) hasta que fui a la sala de armas a apuntarme tras unos sueños premonitorios en los un yo vestido de blanco se convertía en un superyo tras derrotar con mi espada a numerosos espadachines con capa y sombrero. Entre murcianos espadistas (yo en Alicante hacía florete y tuve que adaptar mi muñeca a la espada) conseguí mi mejor posición en un torneo: sexto clasificado de casi cincuenta -cuarenta y ocho- participantes. Sí. Ya os podéis reir.

Hablaba al principio de esta entrada de la decisión que tomé estando ya en mi actual carrera universitaria de dejarme la esgrima durante un tiempo para poder centrarme. El resultado no fue tan nefasto como la primera vez que tomé esa opción y puedo hablar de un éxito académico a medias (que siempre es mejor que uno nulo) aunque, desgraciadamente, no gracias a mi carencia de actividad física con arma blanca. Por lo que un año después de mi decisión me arrepentí. Me arrepentí al ver las lorzillas que empezaban a adornar mi estilizado cuerpo y quise volver como un loco a la disciplina esgrimista que me había definido tanto tiempo. Pensé que Italia era un muy buen escenario para ello hasta que el director de la sala de armas italiana del lugar se puso en plan chuloplaya y alardeó de la colección de campeones olímpicos que ostentaba su club (para mi, desde ahora: EL club), que por cierto era el más antiguo de Italia y que para ir a recibir clases eran 180€ trimestrales ó 200€ -por ser yo, supongo- para tener derecho a mirar tirar los viernes durante nueve meses. Temblando me quedé, oiga. Así que mis lorzas tuvieron que ser combatidas a base de bici de paseo por ciudad llena de baches y partido de fútbol sala de cuatro horas con jugadores de todo el mundo.

En definitiva, y para concluir, quiero anunciar que he regresado al ruedo (bueno, a la pista) y por fin voy a poder calzarme esas mallas blancas en un contexto adecuado a ello y no como manifestación de no sé qué represiones según Freud. Y que recupero a mi profesor cubano ex-tirador de élite con sus maravillosos: "Josef, Josef, ¿qué tú 'haseh', chico? ¿qué tú está hasiendoh?", sus no menos maravillosos ejercicios rompe-piernas que me tienen baldado, sentado en el sofá Luis XV de mi piso y escribiendo este ejercicio de nostalgia deportiva. Porque la verdad creo que si puedo descargar mi furia a base de estoques seguramente me pueda centrar mejor en la carrera (pienso ir hasta en plena época de exámenes) y terminarla de una puta vez, que ya está bien hombre.

¿A que si?

1 comentario:

Aitor dijo...

Pues si, la verdad es que si, ya basta de dibujitos e historias hombre, que esto es la vida y tienes que ganarte el cocido de cada día! :P

Bueno, ahora en serio, estoy de acuerdo con tu decisión y convencido de que este año terminarás con éxito!

Besotes.