miércoles, 22 de febrero de 2012

Anulado

Tenía una historia buenísima sobre esas anécdotas que solo le pasan a La chica que va de acá para allá.
Tenía de todo: amores, desamores, ofensas a la Iglesia y puede que incluso a Dios, planteamiento, nudo y desenlace. Pero La chica que va de acá para allá me ha dicho que no quiere que la cuente.

En fin. Mañana pondré un par de Jumillanismos de la semana para compensar.

domingo, 19 de febrero de 2012

En el país de las cajas de zapatos

Hoy he descubierto que mi madre tiene un problema. Es adicta a las cajas de zapatos.

Esta historia comienza, como tantas otras, con un recuerdo: en el piso de mis padres donde viví dieciocho años hasta que nos mudamos teníamos un pequeño cuarto de baño. Este espacio era conocido popularmente en mi casa como aseo pequeño. No obstante solo dos elementos le otorgaban la categoría de aseo: un lavabo con espejo y un wáter con cisterna de cadenita. Por no tener no tenía ni azulejos. Ni siquiera agua caliente. Lo qué si tenía (y a mi siempre me llamó la atención) era una estantería metálica. De esas que se montan como un mecano en la que mis padres (aunque para ser justos debería especificar en mi madre) guardaban sobre todo cajas de zapatos. Montones de cajas de zapatos. Desde el suelo hasta el estante más alto las cajas de zapatos de diferentes tamaños y colores copaban toda la vista que uno tenía en frente mientras daba cuenta de las funciones del aparato digestivo.

Hace dos años, cuando cumplí 26 (joder, que vértigo) La chica que va de acá para allá me regaló entre otras cosas un par de zapatos veraniegos escogidos por mi. El pasado año quedaron inéditos debido a nuestra estancia en Italia y desde entonces les he perdido la pista. Tras confesarle a ella que no sé por donde para su regalo he decidido (por voluntad propia, ejem) buscarlos. No están debajo de la cama. No están debajo de la cama de mi hermana. No están en mi armario, ni en el armario de mi hermana. Así que probablemente estén en el trastero. Un trastero adornado con estanterías de metal montadas a base de tuercas y tornillos que guardan montones de cajas de zapatos. Desde el suelo hasta el estante más alto las cajas de zapatos de diferentes tamaños y colores copan la vista que uno tiene enfrente.

Mi madre tiene un problema. Y creo que es serio.

sábado, 18 de febrero de 2012

De hombres que seducen con la mirada

Cuando una clase llega a quinto y último año de carrera surge la necesidad de hacer fiestas con las que recaudar fondos para el ansiado viaje (que yo no tendré) de fin de estudios. La clase de La chica que va de acá para allá se aplica en esta asignatura tanto como en las que componen la licenciatura y ha hecho unas cuantas fiestas a lo largo del curso con estos fines. Unas con mayor éxito y otras con menos claro. Pero siempre se han mostrado dispuestas a ofrecer un rato de fiesta y cerveza a cambio de un simbólico donativo para su causa.
Lo malo de ofrecer fiesta y cerveza es que se te pueda colar un donjuán en busca de su dosis privada de algo más que fiesta y cerveza. Un personaje acompañado siempre de su fiel escudero que sobrevuela el pub de turno acechando y descartando objetivos. Usando sutiles movimientos que envuelven y atrapan sin darte cuenta. Sin saber el porqué de tan extraña atracción.

Peor que eso es que se cuele un tipo que no tiene ni idea de ligar, con su amigo, otro friqui y se dediquen a una especie de cortejo de apareamiento indiscriminado hacía todas y cada una de las compañeras de clase La chica que va de acá para allá incluida ella. Un tipo que parecía el hermano feo del actor que interpreta a Scott Fitztgerald en Medianoche en París y que lo primero que tendría que aprender en el difícil arte de la seducción es saber a quien le tira los trastos. Porque yo soy pacífico y me río de la situación, pero otro puede soltarle una hostia y dejarlo tibio.

jueves, 9 de febrero de 2012

¡Presidente, presidente...!

Ayer, por primera vez en mi vida fui presidente de algo que estuviera formado por más gente además de yo. Eran las elecciones a la Asamblea de la Federación de Esgrima a la que pertenezco y me pidier... salí elegido para presidir una de las mesas electorales.
La jornada electoral transcurrió con total normalidad. La participación superó en mucho las previsiones y ampliamente la participación en anteriores comicios. El escrutinio se realizó con celeridad. Los colegios electorales clausuraron la jornada sin ningún incidente a destacar.

Pero lo mejor de todo es que descubrí un juego llamado "Plantas vs Zombies", Muajajaja.


Pero con seriedad. Siempre mucha seriedad.

viernes, 3 de febrero de 2012

Khanhiwara, 25 años

“-¿Sabéis el camino que conduce a Khanhiwara? –susurró Mowgli”.

El libro de la Selva (Rudyard Kipling).

Kipling definió Khanhiwara como una ciudad, que distaba siete leguas de la aldea de Mowgli. Era una ciudad civilizada. Tenía un mercado y la habitaban ingleses. No obstante, hoy por hoy, hay bastantes personas en Alicante que podrían responder con otras indicaciones a la pregunta del niño que fue criado por los lobos. Muchos se dirigirían a donde estaba el antiguo local. Un lugar desaparecido hoy en día que a veces se me aparece en sueños con un aire de misticismo difícil de explicar. Era un viejo edificio donde durante diecisiete años se acumuló polvo sobre viejas tiendas de campaña, hornillos, herramientas varias y banderines de patrulla raídos. Había también una historia que hablaba de una mano amputada caprichosa. Que aparecía y desaparecía a su antojo. Dispuesta a asustar a los lobatos más pequeños. Junto a todo eso hubo algo que también se acumuló en los rincones y fue difícil de borrar, incluso después de que derribaran el edificio para ampliar el patio del colegio trasero: recuerdos, millones de recuerdos. No lo he dicho, pero esta historia habla de un grupo scout. De mi Grupo Scout: Khanhiwara 479, de Alicante.

La primera vez que pisé ese local fue en 1993. Durante las horas previas al campamento de verano. A ese campamento de verano, que fue en Lorxa (Alicante), yo no asistí por cierto. Pero eso da igual. La primera vez que entré tuve la sensación de entrar en un lugar donde la gente se dedicaba a pintar las paredes y a construir cosas con madera. ¿En eso consistía ser scout? Por entonces el Khanhiwara estaba a punto de cumplir siete ingenuos años. Digo ingenuos cuando en realidad los comienzos, como todos los comienzos, tuvieron que ser duros. Pero yo eso no lo sé. Yo tenía nueve años y a mi todo me parecía tremendamente fácil. Ibas los sábados al local, jugabas durante dos horas, aprendías algunas cosas y de vez en cuando salíamos un fin de semana a la montaña y todo era como una reunión normal, pero más largo y al aire libre. Ya digo, maravilloso. Menos la hora de la comida. Odiaba la hora de la comida y mis scouters odiaban que yo odiase la hora de la comida, porque tardaba horas en terminar de comer.

Demos un salto en el tiempo. Uno grande: 2004. He terminado mi etapa rover. Tengo veinte años y el grupo cumple dieciocho, mayoría de edad. Nos hemos trasladado por circunstancias a un nuevo local. Yo decido que ni por asomo se acaba ahí lo de ponerme la pañoleta y dormir en tienda de campaña. Así que como un paso natural me convierto en scouter de tropa. Llega el momento de llamar a formación y una imagen viene a mi cabeza. Apenas conozco a ninguno de los chavales que forman las patrullas. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo hemos llegado a este punto? Alguien a quien no nombraré me hizo ver lo que pasaba: un grupo es un organismo vivo. Es un continuo ir y venir de gente. Un grupo es la suma de miles de pensamientos igual de trascendentales que los míos. Son cientos y cientos de personas eligiendo por qué senda continuar. Podríamos coger unas cuantas fotos cada año de cualquier acto comunitario y nos daríamos cuenta como el dibujo es el mismo pero el trazo va cambiando. Te das cuenta de que aparece alguien nuevo aquí y allá. Pero a esa acampada alguien no vino. Dos fotos más tarde recuerdas que ese alguien dejó de acudir a las reuniones.

Como la vida misma, el Khanhi (como es conocido cariñosamente) es la suma de miles de huellas que se marcharon. Muchas no volverán.

Muchas aún no han llegado.