viernes, 14 de octubre de 2011

Gran Reserva: Oda a la patata (VIII)

Recupero aquí una entrada necesaria para que sepáis como actúa en mi la patata.
Vive mi chica con tres compañeras.
Son cuatro muchachas de gesto gracioso.
Ellas manchegas, la mía es de cerca,
me paso a verlas cuando estoy ocioso.

Vino el César a visitarme una mañana.
El sol pegaba fuerte y él exclamó:
"¡Qué calor en tierras murcianas!"
"Para calor el que hay mi tripa", alegué yo.

Fuimos a comer los tres juntos:
el César, mi chica y un servidor.
"Por favor, la patata al punto.
Que se pueda pinchar con tenedor".

Fue la sobremesa en casa de las chicas.
Chocolate en la nevera, café en la despensa,
la digestión hacíase en nuestras tripas.
A la patata envolvía una oscuridad intensa.

Llamaba insistente a mi puerta trasera.
Yo adelanté a la compañera más lozana,
que se dirigía a lavarse en la bañera.
¡Pobre! No se imaginaba la postrera atufada.

"¿Qué es ese aroma que por la puerta escapa?"
Al abrir yo la puerta, gritó horrorizada.
"Lo siento, no he podido evitar tamaña caca.
No es culpa mía. Ha sido la patata".

En el piso la risa y mofa se extendieron.
Mientras echaban ambientador en el baño,
yo me excusaba sin ningún remedio:
"Es la patata, que a la barriga me hace daño".

Aunque a mi colon no le sea barata
y mi predecesor sea Quevedo,
yo hago mi Oda a la patata,
que él ya se la hizo al pedo.

5 comentarios:

inyustificado dijo...

Brutal, y punto.

Josef dijo...

inyustificado, gracias.

AnitaFu dijo...

EPIC
(¡yo tuve el privilegio de oler!)

MontyCrazy dijo...

Si esto lo has escrito tú, tienes unos cojones a veces para escribir cosas, Josef, que te los pisas.

Josef dijo...

MontyCrazy, sí. Lo he escrito yo. Y sí. Totalmente basado (y nada adulterado en la obra) en un hecho real. Ahora no sé si tener unos cojones que me los piso es bueno o, en cambio, es malo.

Un saludo siempre.